Por: Juan Ariel Jimenez
El conflicto entre Irán e Israel ha escalado peligrosamente durante el verano de 2025, convirtiéndose en el mayor enfrentamiento armado en Medio Oriente en décadas.
Aunque parezca un tema distante para quienes viven en el Caribe, esta guerra tiene raíces históricas profundas y consecuencias que, tarde o temprano, llegan a nuestras costas.
Para entender el presente, hay que mirar al pasado. Irán e Israel no siempre fueron enemigos. De hecho, antes de la revolución islámica de 1979, las relaciones entre ambos países eran más bien cordiales. Según expusieron los académicos Abbas Milani y Christina Moghadam en una conferencia reciente en la Universidad de California en Berkeley, Irán era posiblemente un aliado del Estado moderno de Israel en los años posteriores a su nacimiento.
En el año 1947, Irán formó parte del comité especial de las Naciones Unidas (UNSCOP) encargado de proponer una solución para Palestina luego del retiro del mandato británico. Aunque votó en contra del plan que dividía el territorio en dos Estados, propuso junto a India y Yugoslavia una alternativa: un solo Estado con dos cantones, uno judío y otro árabe, bajo un modelo federativo. Con esto, Irán implícitamente reconocía el derecho de los judíos a habitar la “Tierra Prometida”, solo que sugería un esquema político que según diplomáticos del gobierno iraní buscaba mantener el equilibrio geopolítico en la región.
Posterior a la formación del Estado de Israel en 1948, Irán fue el segundo país de mayoría musulmana que eventualmente lo reconoció (siendo Turquía el primero), y por varios años mantuvo una estrecha relación comercial en la que le vendía mucho petróleo a Israel, primero directamente, y luego a través de empresas extranjeras, tal como se relata en el libro “Israel e Iran: Una rivalidad peligrosa” del Instituto Nacional de Investigación de Defensa.
Pero todo cambió radicalmente en 1979, cuando los ayatolas tomaron el poder tras la revolución islámica. El nuevo régimen rompió relaciones con Israel y adoptó una postura radical en su contra, negando su derecho a existir como Estado. Desde entonces, Irán ha sido acusado de financiar grupos enemigos de Israel, como Hezbolá en el Líbano y Hamás en Gaza, profundizando una rivalidad que ha ido creciendo por décadas.
Lo que antes era una guerra fría y de proximidad, ahora se ha convertido en un enfrentamiento directo. En junio de 2025, ambos países entraron en una nueva fase del conflicto, con ataques aéreos mutuos y amenazas abiertas. Israel, por un lado, ha intensificado sus operaciones militares para frenar el desarrollo del programa nuclear iraní, al que considera una amenaza existencial. Para tales fines, ha bombardeado varias instalaciones donde se presume se están realizando los experimentos para el desarrollo de tecnología nuclear, centrándose en objetivos militares. Por su parte, Irán ha respondido con fuerza y ha atacado edificios civiles en represalia por los ataques de Israel, e intentando debilitar al gobierno israelí



