Se estima que el 20% de los españoles luce un tatuaje, porcentaje que sube al 40% entre los jóvenes.
Los tatuajes, que hace no tantos años estaban casi reservados a marineros, convictos y otras gentes, se han convertido en un adorno más para la mayoría de la gente.
De hecho, una encuesta realizada por tatuadores en España calcula que en torno al 20% de la población española está tatuada, porcentaje que se dispara al 40% si hablamos solo de personas jóvenes.
Pero pese a la estandarización de la práctica, los tatuajes siguen provocando distintas reacciones ante los que los ven. Es lo que sostiene un estudio llevado a cabo en Estados Unidos y publicado en el Journal of Research in Personality.
La investigación, llevada a cabo por expertos de la Universidad Estatal de Michigan, revela cómo las personas emiten juicios basándose en los tatuajes de alguien.
Según su análisis, las personas con tatuajes alegres y coloridos son vistas como más agradables. Por el contrario, las personas que optan por tatuajes que presentan imágenes de la muerte tienen más probabilidades de ser calificadas como desagradables.
«Si bien la gente a menudo cree que los tatuajes revelan verdades profundas sobre la personalidad de alguien, esas impresiones generalmente no se sostienen», dice William J. Chopik, autor principal del estudio.
«‘El contenido de los tatuajes puede comunicar información importante sobre esas personas de manera similar a como otras señales externas guían el juicio (por ejemplo, la apariencia física, las pegatinas de un ordenador portátil)», prosigue el estudio.
Para llegar al fondo del asunto, los investigadores reclutaron a 274 adultos de entre 18 y 70 años, todos ellos con al menos un tatuaje. Los participantes completaron un cuestionario de personalidad para evaluar sus niveles de amabilidad, responsabilidad, extroversión, neuroticismo y apertura a la experiencia. También proporcionaron fotografías de sus tatuajes, así como descripciones del significado detrás de ellos.
En total, se recopilaron 375 tatuajes, antes de entregárselos a 30 personas, a quienes se les pidió que calificaran a las personas que estaban detrás de ellos. Los hallazgos revelan lo que muchos de nosotros ya sabemos: realmente juzgamos un libro por su portada.
«Los hallazgos revelaron que las personas sí hacen juicios basados en los tatuajes de alguien: por ejemplo, alguien con un pequeño y bonito tatuaje de margarita sería visto como más agradable que alguien con un gran y grotesco tatuaje de calavera», explican los investigadores.
Si los tatuajes tenían imágenes más alegres o reconfortantes, la persona detrás de ellos era calificada como más agradable. Y si un tatuaje era de alta calidad o más concreto (frente a expresionista), la persona era calificada como más consciente.
Los tatuajes grandes o más tradicionales hacían que las personas parecieran más extrovertidas, mientras que los tatuajes más pequeños o aquellos con más imágenes de muerte hacían que las personas parecieran neuróticas.
Finalmente, si un tatuaje era grande o estaba compuesto de imágenes en lugar de palabras, la persona era calificada como más abierta a la experiencia. Sin embargo, estas suposiciones eran en su mayoría incorrectas y no reflejaban la verdadera personalidad del propietario del tatuaje.
De hecho, la única asociación significativa fue que aquellos abiertos a la experiencia tenían más probabilidades de tener tatuajes «extraños». «Esas impresiones por lo general no se sostienen, excepto en el caso de los tatuajes ‘extraños’, que pueden reflejar genuinamente la apertura de una persona», concluye Chopik.
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