Aunque ya era una tendencia antes de la propagación del coronavirus, los turistas que visitan República Dominicana muestran ahora un mayor interés por el alquiler de habitaciones, cabañas y apartamentos por fuera de la oferta hotelera tradicional.
Superados los peores estragos de la pandemia del COVID-19 con la recuperación del turismo, principal industria de República Dominicana, se ha evidenciado también un aumento en la ocupación de los alojamientos extrahoteleros. Es decir, de habitaciones y residencias reservados en su mayoría a través de aplicaciones de internet como ‘Airbnb’. En el primer cuatrimestre de este año, 164,822 visitantes temporales en el país se han alojado en espacios diferentes a los hoteles tradicionales. Lo que representa un crecimiento del 82% respecto a los 90,566 de igual periodo de 2020.
Este tipo de hospedaje es particularmente popular entre turistas que buscan bajos costos en estadías de cualquier duración. No obstante, las infraestructuras, administradas por profesionales independientes o sus familias, ofrecen muy pocos servicios y amenidades en comparación a los hoteles. La participación de la oferta extrahotelera en el mercado de los alojamientos y la alimentación temporales ha pasado de igual manera del 7.6 % al 23.8 %, según un informe del Banco Central del país.
Promocionar una vivienda o parte de ella en portales de intermediación como Airbnb se ha convertido por su parte en una alternativa de ingresos para pequeños inversionistas, debido a la alta rentabilidad que suponen estas rentas. Incluso a pesar de que el promedio por pernocta sea hasta un 50% menor que el de hoteles de la misma categoría. Sin embargo, se debe tomar el fenómeno con cautela. En EE.UU., el aumento en el precio mensual trae malos recuerdos de la crisis inmobiliaria de 2007.
Alojamientos caros causan preocupación en Estados Unidos
El presidente estadounidense Joe Biden afirma tener también este problema en su radar. Para Marcia Fudge, responsable de las políticas de vivienda y desarrollo de su administración, «hoy es más difícil que nunca desde el colapso de la burbuja financiera encontrar una casa asequible”. El auge se explicaría en las bajas tasas de interés. Así como en el mayor interés de la fuerza laboral en cambiar de lugar de residencia, o en radicarse por algunos meses por fuera de su ciudad para trabajar en ‘Home Office’.
Además, en el continente habría escasez de materiales de construcción y mano de obra calificada. Por el contrario, inversores institucionales estarían acaparando capas del mercado de la vivienda nueva. Esto puede ser lucrativo, pero, sumado al hecho de que los trabajadores ‘millenials’, ya ha llegado a la edad de fundar una familia, ocasiona encarecimiento en el precio de compra. Por esta combinación de razones, en Estados Unidos el aumento interanual de precios del sector ha sido del 16.6%.
Si los alquileres suben, la inflación también lo hace. Esta se disparaba en la potencia norteamericana a un 5.4% interanual en julio, según ha reconocido Washington. Este ha sido el encarecimiento de precios más alto de los últimos 13 años. La inflación subyacente, una medida preferida por la Reserva Federal, que ignora los precios volátiles de la energía y los alimentos, ha subido un 4.3% en el mismo periodo. En consecuencia, la presión para endurecer la política monetaria sigue siendo alta.