La crisis migratoria que vive Nueva York, con la llegada de miles de solicitantes de asilo diariamente, le costará a la ciudad 12.000 millones de dólares en los próximos tres años, anunció este miércoles el alcalde, el demócrata Eric Adams.
Obligada por ley a proporcionar un alojamiento gratuito a toda persona que lo solicite -un caso único en el país-, desde abril de 2022 recibió 100.000 peticiones de asilo. La mayoría fueron de latinos, en particular venezolanos y centroamericanos. La ciudad calcula que cada inmigrante le cuesta unos 383 dólares diarios.
«La ciudad ha gastado 1.450 millones en el año fiscal de 2023 (hasta el 30 de junio) para proporcionar alojamiento, comida y servicios a miles de solicitantes de asilo (…) y sin apoyo y sin cambios de política, los nuevos costos estimados en las tendencias actuales pueden alcanzar los 12.000 millones en los próximos tres años fiscales», según el alcalde. En torno al 4,1% anual del presupuesto de la ciudad.
Más de 200 albergues, hoteles, colegios y otros locales han sido habilitados en la ciudad para albergar a los 57.300 solicitantes de asilo que actualmente dependen de la capital financiera y meca del turismo mundial de 8,5 millones de personas.
A ello se suma la comida, la ropa, la salud para dichos solicitantes, y la escolarización de miles de menores llegados con sus padres y que a menudo necesitan refuerzo por el idioma.
«Nueva York no puede seguir gestionando esta crisis nacional sola», se quejó Adams, un expolicía afroestadounidense, del ala más conservadora del partido Demócrata.
«Nuestra compasión puede ser ilimitada, pero nuestros recursos no», dijo el alcalde, que reclama ayuda del gobierno federal para hacer frente a lo que califica de «crisis humanitaria internacional».
El alcalde pide que se acelere la concesión de permisos de trabajo para que los inmigrantes puedan tener un medio de vida, y que sus correligionarios del gobierno federal declaren estado de emergencia para gestionar la crisis en la frontera y se distribuyan equitativamente los solicitantes de asilo por todas las ciudades del país.
La ciudad sigue recibiendo autobuses enviados desde los estados sureños como Texas gobernados por republicanos, en protesta por la política migratoria permisiva de la administración del demócrata Joe Biden.
La semana pasada la crisis se inmortalizó con escenas de decenas de personas, en su mayoría africanas, llegadas en buena parte a través de países como Nicaragua, El Salvador o México, durmiendo en la calle a las puertas del otrora famoso Hotel Rooselvelt, en el centro de Manhattan.
Desde este hotel, que acoge a unas 3.000 personas -familias en su totalidad-, se centraliza también la inscripción de los nuevos solicitantes de asilo, que solo la semana pasada se elevaron a 1.300, según las autoridades.
«Los neoyorquinos no crearon esta crisis humanitaria internacional, pero a nuestros residentes les han dejado hacer frente prácticamente solos a la crisis», lamentó el alcalde.