Por Ángela Guerrero
Hay un país en el mundo donde nueve de cada 10 personas usan agua embotellada como fuente de agua potable en las ciudades. No es una zona desértica, o de escasas lluvias, no.
Es República Dominicana, un país con cerca de 20 cuencas productoras de agua. Sin embargo, seis de cada diez dominicanos tienen un servicio de agua intermitente, es decir, más de dos tercios tienen que almacenarla en tanques y cisternas para el consumo diario.
La situación ha empeorado con los años. El 13% de la población urbana y el 0.7% de la rural usaban agua embotellada en 1990.
En 2016 ascendía al 89% la urbana, y el 68% la rural. 83% de encuestados consume agua embotellada. 90% tiene más de 5 años consumiéndola. 71% usa agua de botellón para beber y cocinar. 42% consume de dos a cuatro botellones por semana.
Los pobres son los más atormentados. 40% de los hogares más vulnerables gasta el 12% de sus ingresos en comprar agua y, de ese porcentaje, el 95% compra agua embotellada a empresas privadas.
Las comunidades afectadas por la contaminación de la Barrick dependen del agua embotellada que está obligada a proveer la misma minera.
Mientras, esta semana por enésima vez los vecinos y pescadores del Isabela, en la Zurza, reclamaban saneamiento de un vertedero para poder vivir y tener acceso a un entorno saludable, como dice la ONU.
El gobierno y el Congreso guardan silencio sobre la nueva Ley del Agua que tiene visos de nuevo impulso privatizador, con todo y que privatizada está de hecho el agua por las compañías embotelladoras; porque, de procesar, muy poco.
No pinta bien el futuro del agua en nuestro país.
Publicado originalmente en Ojalá dominicana