La depresión postvacacional, como también se le conoce, se caracteriza por presentar rasgos comunes al estrés y la ansiedad
Luego de las vacaciones, toca regresar al trabajo. Después de ese tiempo de descanso, lo más razonable es llegar a la oficina con mejor ánimo y más motivado. Sin embargo, no siempre es el caso.
Hay personas a las que les cuesta reincorporarse al trabajo y todo lo que esto conlleva, a tal punto de experimentar sensaciones como tristeza, ansiedad y desencanto. ¿Te ha pasado? Puede que hayas sido víctima del síndrome postvacacional.
El síndrome postvacacional es una condición transitoria que ocurre justamente luego de ingresar al trabajo a realizar tareas diarias tras tener un periodo vacacional donde se disfrutó de un descanso, de estar en calma y soltar las actividades cotidianas que las responsabilidades ameritan. Así lo define la psicóloga industrial Liange Patricia Ramírez.
sto, explica, ocurre cuando se tiene un tiempo extenso en la misma rutina diaria y se llega a un punto de fatiga, estrés y presiones laborales donde luego se decide tomar unas vacaciones y se logra liberar y cambiar toda esa fatiga, estrés y presión por libertad, paz y descanso.
“Cuando nos toca regresar a la rutina, podemos tener una reactividad psicológica que nos genera malestar en general (desmotivación, cansancio, y tristeza)”, dice. Ese malestar se asocia con el hecho de querer obtener un rendimiento sociolaboral normal de forma muy rápida después de un periodo de relajación. En pocas palabras, el síndrome postvacacional está relacionado con el cambio drástico de ir de cero a 100. “A esto le llamamos duelo vacacional y es totalmente normal padecerlo”, agrega.
Aunque la depresión postvacacional, como también se le conoce, puede afectar a cualquier persona, quienes tienen una mayor carga laboral o de tareas diarias estresantes son más propensos a experimentarla que quienes desempeñan tareas más relajadas. Asimismo, es más frecuente en individuos que no se sienten a gusto con sus empleos, pesimistas y muy vulnerables.
“Tener mucho tiempo en piloto automático y no sacar el espacio para tomarnos unos días libres o unas merecidas vacaciones incentiva a la fatiga laboral y esto nos conduce a alteraciones conductuales una vez hayamos sacado el tiempo para nosotros y regresemos a la rutina”, refiere.
Estos son los síntomas
Las manifestaciones pueden variar según la persona, su entorno y sus responsabilidades. Sin embargo, por lo general, se caracteriza por presentar rasgos comunes al estrés y la ansiedad. Entre esos la experta cita irritabilidad, tristeza, fatiga, cansancio físico y mental y depresión anérgica.
¿Cuándo es necesario buscar ayuda profesional? El síndrome postvacacional suele durar entre dos o tres semanas. Si transcurrido ese lapso se siente que el 90 % de los días gira en torno al agotamiento y el estrés, y se empieza a perder el sentido del trabajo, es momento de buscar ayuda. Un psicólogo clínico orientado al bienestar es el especialista idóneo para ayudar a una persona que lo padezca.
“Un 35 % de colaboradores en Estados Unidos llegan al ‘burn out’, que es básicamente estar quemados o drenados para tomar acción y solicitar vacaciones. Siempre he pensado que es primordial desconectar para conectar, pues si no, no seremos funcionales en nada de lo que hagamos”, dice.
7 recomendaciones para combatirlo
- Si vas de viaje en las vacaciones, programa tu regreso al menos tres días antes de regresar al trabajo, así tendrás tiempo para organizarte y mentalizarte.
- Prioriza las tareas diarias. Si al regresar tienes muchos pendientes, cumple con una asignación a la vez.
- No te exijas el 100 % desde el principio, ve gradualmente.
- Respeta tu horario de trabajo. Al menos las primeras semanas, evita trabajar horas extras. En lugar de aumentar tu productividad, solo aumentará tu estrés.
- Aprovecha tus momentos libres para compartir con tu familia y pasar tiempo en espacios abiertos donde puedas relajarte.
- Practica algún deporte. El deporte ayuda a liberar endorfinas, las hormonas que proporcionan sensación de bienestar.
- Duérmete temprano y procura tener al menos ocho horas de sueño nocturnas.
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